Estuve el pasado Viernes en la conferencia de Innovación Social organizada por la Cátedra Bancaja de Emprendedores (UIB) y Eticentre. El contenido y los ponentes de la jornada, y algunos comentarios sobre cómo fue, así como los audios de las conferencias (que realmente valen la pena!), los podéis encontrar en el post de Toni Roig y en el de ¿Quién ha muerto hoy?, ambos muy completos.
Lo que yo quería proponer hoy aquí son las principales reflexiones sobre innovación social que se desprenden, para mí, de lo que dijeron los ponentes, y una propuesta de acciones a tomar por los agentes de cambio que somos todos en este momento que tenemos la suerte que nos ha tocado vivir.
Ahí van las reflexiones.
- Toda transformación individual o colectiva tiene dos formas de emprenderse: por compulsión (cuando se asume cuando ya no hay más remedio que asumirla) o por convicción (cuando se asume porque se cree que es lo mejor que puede hacerse).
- Los elementos clave de los proyectos e iniciativas de innovación social son: sentido (responde a la pregunta, ¿para qué sirve?), vocación (sale del corazón), socios (no clientes), comunidad, transparencia, democracia, participación, autenticidad, apertura, intersectorialidad, organización en red, viralidad, cooperación, nuevos formatos de financiación, rentabilidad económica y social.
- Para innovar socialmente, se necesita: fuerza interior, esperanza, resiliencia (capacidad de un individuo, entorno u organización de reponerse a los traumas) y longanimidad (constancia de ánimo en las adversidades).
- Además de la cadena de valor tradicional, una iniciativa de innovación social debe tener una cadena de sentido, que incluye parámetros como pertenencia, utilidad social, transparencia, compromiso, simetría y ecología social y natural.
- Si queremos ser innovadores sociales, tenemos que tener principios, consciencia, trabajo, carácter, ética y compromiso. Y tenemos que pensar bien, actuar bien y amar bien. Confiar en uno mismo, confiar en el otro y tener esperanza en la vida.
- Existen herramientas digitales que nos permiten organizarnos socialmente, alrededor de conceptos como corresponsabilidad, retorno social y bien común.
- Está muy bien hablar de valores, pero hay que aplicarlos y vivir con ellos, y esto no es tan fácil.
- Cuando llega una oportunidad de hacer un proyecto con sentido, la pregunta es ¿con quién puedo colaborar? La endogamia, incluso en las organizaciones, no sirve. Las ideas no son de nadie, son de todos.
- El concepto de “excedente cognitivo” parte de la base de que las personas despiertas tienen más ideas que tiempo para ponerlas en marcha, se trata de captar esa energía para un fin productivo para la sociedad y para el planeta.
- La colaboración no es un fenómeno que espontáneamente se sostenga, hay que aprender a provocarla y manejarla.
- Hacer lo que creo que tengo que hacer.
- Utilizar las características de las iniciativas de innovación social para ver dónde pongo mi energía, mi tiempo y mi amor.
- Utilizar sistemáticamente los conceptos resiliencia y longanimidad, y mirar a largo plazo, a 100 años vista.
- Reflexionar sobre la cadena de sentido cuando observo una organización.
- Pensar bien. Actuar bien. Amar bien. Confiar en el otro.
- Aprender a utilizar las herramientas digitales, observar los prototipos de las iniciativas de las que aprendo.
- No sólo hablar, también hacer, hacer, hacer. Aceptar mis incoherencias cuando no haya más remedio.
- Colaborar, colaborar, colaborar. Apertura de mente y de corazón, dejar que la Vida me traiga a las personas que me van a ayudar a crecer.
- Dejar que otros utilicen mi excedente cognitivo para que todos vivamos mejor.
- Aprender a provocar y manejar la colaboración, ya que ya no vale con las actitudes individuales, el cambio es tan apremiante que hay que trabajar en equipo.