El mercado de masas y el de nicho en un destino de sol y playa

El lunes pasado tuve una experiencia particular de la contraposición turismo de masas versus turismo de nicho. Estos días transcurre en la Bahía de Palma la Regata Princesa Sofía, el único evento olímpico del mundo de la vela en España, 66 nacionalidades (Andorra, Austria, Túnez, China como participantes, entre otras nacionalidades), más de 1000 navegantes, más de 200 organizadores y jueces…


Organizar un proyecto de estas características no debe ser fácil, y me pareció una oportunidad observar su desarrollo. Recorrí la bahía de Palma en bicicleta mientras veía las múltiples regatas que se hacen en 8 campos de regata situados en toda la bahía, haciendo diferentes paradas para observar la salida de los barcos de los clubs náuticos que participan en la regata, el momento de inicio de una de las regatas, el ambiente en los clubs antes de salir a navegar…


Por casualidad, en una de estas paradas aparqué delante del MegaPark, autodenominado “>un complejo con un nuevo concepto en ocio de dia orientado al turismo alemán”. Había oído hablar de esta infraestructura y entré a ver de qué se trataba su propuesta. Es un edificio horrible de aspecto gótico y falsamente medioderrumbado, en plan Biergarten enorme, donde hay unas mesas y taburetes para que hordas de turistas beban, canten y hagan fiesta. Como un campo de fútbol con paredes, megafonía y pantallas gigantes. Justo en ese momento era la hora “FreiBeer”, las 11’30h de la mañana, momento en que el personal del MegaPark, acompañado por unas mujeres (sólo mujeres) vestidas de coneja Playboy reparten cerveza gratuita.


Ni que decir tiene que el orgullo de país que había sentido por la capacidad de los organizadores de la Regata Princesa Sofia se transformó en vergüenza ajena por la capacidad de proponer una fórmula de ocio de tan bajo registro como megapark.


Ya no basta dar respuesta a turismo de masas con el formato megapark (más allá de que apele a una forma de diversión indigna, incomprensible para cualquiera que tenga un poco de consciencia), desde el punto de vista de destino tiene sentido desterrar iniciativas que contribuyan al turismo gamberro: traen poco dinero, destrozan todo lo que tocan y alejan a cualquier otro tipo de turismo. En Lloret de Mar cancelan festivales de música abusivos con el territorio y con la convivencia, y en un momento en el que el destino Mallorca se está reposicionando con inversión pública y privada (como es el caso de Magalluf, que ya no quiere turismo gamberro, sino turismo familiar de mayor poder adquisitivo), las propuestas como Megapark quedan fuera de lugar.


Y las iniciativas que promocionen el turismo náutico, en mercados de origen para los que Mallorca no existe, están en línea con el destino que podría llegar a ser, el que todos contribuimos a construir.


Así que enhorabuena por el compromiso, el cariño, la ilusión y la capacidad de gestión de los organizadores de la Regata Sofía que “hacen lo imposible, porque lo posible lo hace cualquiera”. Y buen camino a los gestores del megapark, ojalá el dinero les traiga felicidad, porque es lo único que pueden obtener de un modelo de negocio del siglo pasado que apela a los instintos más bajos de las personas.

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