Innovar para ser más resilientes

Europa y las empresas instaladas aquí parece que vivimos un momento de cierta expansión: La abundancia de fondos públicos para la transformación digital y sostenible, como los Next Generation EU, los bajos tipos de interés, la expansión del turismo y otras variables hacen que haya cierta euforia y optimismo. Pero sabemos que la economía es cíclica y esta situación no durará para siempre. De hecho, a partir de 2027, cuando finalice gran parte de la financiación Next Gen, muchas empresas, regiones y sectores económicos podrían enfrentarse a un entorno mucho más complejo.

Si bien el panorama para 2028 sugiere posibles dificultades económicas, aquellos que inviertan en innovación ahora estarán en una posición mucho más resiliente y competitiva para enfrentarlas. ¿Qué significa esto en la práctica?

Los fondos Next Generation EU han sido diseñados para acelerar la transición hacia una economía verde, digital y resiliente. Desde 2021, miles de millones de euros han sido destinados a proyectos de transformación en sectores clave como la energía, la movilidad sostenible, la digitalización de las PYMEs y la innovación tecnológica.

Entre las áreas estratégicas se encuentran:

  • Digitalización de las pequeñas y medianas empresas: Mejora de procesos, adopción de tecnologías avanzadas y automatización.
  • Energías renovables y eficiencia energética: Inversión en energía solar, eólica, hidrógeno verde y tecnologías para la eficiencia en el consumo de energía.
  • Desarrollo de industrias sostenibles: Economía circular, reducción de residuos y tecnologías limpias.

Sin embargo, estos fondos no son ilimitados. Se prevé que el flujo de financiación pública se reduzca drásticamente en 2027, lo que limitará el acceso a recursos para aquellas empresas que no hayan aprovechado esta oportunidad.

Aunque es difícil predecir con exactitud el futuro económico, existen varios factores que apuntan a una posible contracción en Europa a partir de 2028:

  • Fin del apoyo masivo de los fondos europeos: Sin la inversión pública que ha impulsado la recuperación, muchas empresas y regiones podrían quedarse atrás.
  • Crisis en grandes mercados emisores: Alemania y Reino Unido, pilares de la economía europea, enfrentan desafíos estructurales que podrían afectar la demanda interna y externa.
  • Volatilidad energética y transición incompleta: La dependencia del gas y el petróleo, junto con una transición energética todavía en proceso, podría generar aumentos imprevisibles en los costos de producción.
  • Impactos climáticos: Olas de calor, sequías o fenómenos extremos podrían afectar sectores clave como el turismo, la agricultura y la logística.

En este escenario, las empresas que no hayan realizado una transformación profunda en los próximos años tendrán más dificultades para competir, mientras que aquellas que hayan innovado podrán adaptarse mejor a los nuevos desafíos.

Invertir en innovación no solo es una estrategia para crecer, sino también una forma de protegerse frente a futuras crisis. Diría que hacerlo ahora es importante porque:

  • Las empresas que adopten tecnologías avanzadas y modelos sostenibles tendrán menores costes operativos, mayor eficiencia y flexibilidad para adaptarse a cambios inesperados en el mercado.
  • Hoy, existen múltiples vías de financiación para proyectos innovadores, tanto a través de fondos europeos como de inversores privados interesados en proyectos sostenibles.
  • Digitalizar procesos o apostar por la sostenibilidad no es solo una cuestión de supervivencia, sino una oportunidad para diferenciarse de la competencia.
  • La transición verde y digital es también una cuestión regulatoria. Cumplir con las normativas futuras será más fácil para quienes hayan empezado antes.

La historia ha demostrado que las crisis económicas no afectan a todas las empresas por igual. Aquellas que han invertido en innovación y transformación suelen ser las que mejor sobreviven y, en muchos casos, las que salen fortalecidas, entre otras cosas porque son más flexibles.

Europa está ofreciendo los recursos necesarios para realizar esta transformación. La pregunta no es si debemos transformarnos, sino cuánto tiempo más podemos permitirnos esperar. Quienes no actúen ahora, podrían encontrarse en 2028 enfrentando una contracción económica sin los recursos ni la preparación necesaria para competir.