La empresa que viene

Reflexiono con frecuencia sobre el presente y futuro de empresas, organizaciones y entidades. Observo a medida que voy conociendo, y veo las trayectorias que siguen y el nivel de satisfacción profesional de las personas que ofrecen sus capacidades a estas empresas.
Y hay algunos perfiles de empresa u organización que, en mi opinión, tienen los días contados:
– Las grandes empresas, entendidas no como dice el Ministerio de Hacienda (300 trabajadores, 6 mill de euros de facturación anual), sino empresas que tienen más de 100 asalariados. Las empresas, a partir de cierto tamaño, pierden el sentido en sí mismas. Se les olvida qué han venido a hacer, para qué nacieron, cuál es su objeto, qué ofrecen a la sociedad. Y su sentido pasa a ser generar dinero, exclusivamente. Entonces, identifican la forma más barata de generar dinero, y en esto centran su actividad. Y se disponen a participar en cualquier cosa que implique más dinero, ya que ese es su sentido: trata de personas, armas, especulación (a todos los niveles, porque especular en pequeño también es especular), compra de futuros.
Para mí, estas empresas están destinadas a desaparecer porque han perdido el sentido, y es sólo cuestión de tiempo que sus clientes se den cuenta de ello.
– Las empresas de carrera estelar. Y las personas de carrera estelar que suelen liderarlas. Son empresas, generalmente dirigidas por alguien ambicioso y de espíritu comercial, que acumulan ventas y expectativas, el globo crece, les cuesta ejecutar lo vendido, hacer lo que les pagan por hacer, resuelven los problemas huyendo hacia delante… Hasta que el globo estalla, llevándose por delante a algunas personas que creyeron en el proyecto y confiaron en el vendedor, al vendedor, que difícilmente puede volver a ese mercado, y a los clientes que compraron. Cuando una entidad crece demasiado rápido saltan todas las alarmas, siempre hay uno o más problemas, hay que ponerse en marcha.
Y éstas están destinadas a desaparecer porque no se dan tiempo de vivir, queman la Vida que tienen, no la viven.
En cambio, hay otro tipo de empresa, entidad u organización en la que creo bastante más. Son entidades pequeñas, de 5, 10, 15 asalariados, tal vez 50 trabajadores entre asalariados y colaboradores. Tienen un sentido, una razón de ser. Están abiertas al Mundo y colaboran con muchas otras empresas, entidades u organizaciones en una temática concreta. Están especializadas, son autosuficientes (también, y especialmente, a nivel financiero), trabajan a largo plazo, conocen su mercado y no pierden de vista qué ofrecen, qué tienen para la sociedad. Trabajan para clientes exigentes dispuestos a pagar por un producto o servicio excelente, pero no pierden su independencia ni sus ganas de trabajar a su manera. Sus líderes no se convierten en gestores a medida que la entidad va creciendo, ya que no quieren perder el contacto con los clientes a los que sirven.
El futuro estará constituido por empresas autónomas, independientes y con sentido que colaborarán entre sí para atender grandes demandas. Que se regirán por lo que ofrecen y no por lo que piden al Mercado y al Mundo. Y en ellas trabajarán personas autónomas, independientes y con sentido que contribuirán a las organizaciones en la medida en que la organización vaya en línea con los valores de las personas.
Esto sería un buen escenario, si pensamos a 100 años vista. Visualicémoslo, creamos en él y hagamos los pasos para que así sea. Compartamos con nuestros hijos para que encuentren su camino y sean autónomos, independientes y con sentido, ése es el primer paso.

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