Liderazgo en innovación: la clave para movilizar el cambio

Hablar de innovación es hablar de personas. No importa cuántos recursos se inviertan en tecnología, procesos o espacios creativos: sin personas comprometidas, motivadas y orientadas al cambio, la innovación no sucede. Y en el corazón de esta dinámica está el liderazgo.

El liderazgo para la innovación no se basa en controlar ni en dirigir con mano firme. Se basa en inspirar, en crear un espacio de confianza donde las ideas fluyan, donde el error sea aceptado como parte del aprendizaje y donde cada persona sienta que puede contribuir desde su singularidad, desde sus propuestas.

Una líder que promueve la innovación está al servicio de sus compañeras y compañeros, y entiende que su rol no es tener todas las respuestas, sino hacer las preguntas adecuadas. Fomenta la curiosidad, reta el status quo y se convierte en facilitador de nuevas conexiones y perspectivas. Practica la escucha activa y valora la diversidad de pensamiento como un motor de creatividad.

Además, el liderazgo en innovación implica una gestión valiente (y perseverante) de la incertidumbre. Innovar es adentrarse en lo desconocido, y el miedo al fracaso puede paralizar. El buen líder ayuda a su equipo a navegar en esa incertidumbre con una visión clara, con sentido de propósito y con una comunicación constante y transparente. En mi experiencia, el líder escucha para oír una visión compartida de lo que se quiere poner en marcha, comunica esta visión compartida y deja que las personas que participan de ella construyan lo que está llamado a ser. El líder no empuja: tira.

Finalmente, liderar para innovar requiere coherencia. No basta con promover talleres de ideación o hackatones si las decisiones de cada día penalizan la experimentación o refuerzan estructuras jerárquicas tradicionales. El líder innovador encarna en su acción diaria los valores que quiere ver florecer en su organización.

En definitiva, el liderazgo en innovación es un liderazgo humanista, que pone a las personas en el centro, que inspira coraje y creatividad, y que entiende que innovar es, en esencia, un acto colectivo.

Este es el primer paso para organizar a las personas hacia la innovación.